Sonríe, merece la pena ser feliz

sábado, 21 de enero de 2012

Él

Aquel día sentí algo raro. Solo tenía ojos para él, mi olfato se intensificó hasta alcanzar el delicioso aroma de su colonia, mi gusto se volvió dulce, mi tacto solo quería acariciar su piel y mi oído sugirió centrarse solo en su voz y su risa. El pulso se me aceleró tanto que la botella de sidra casi se me cayó de la mano. No consigo recordar la canción que sonaba ni la gente que había entonces. Sentí un intenso hormigueo en el estómago y me faltaba el oxígeno. Cuando lo perdí de vista juré que lograría conocer algo más de su vida empezando por su nombre. Entonces supe que estaba enamorada.

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