Sonríe, merece la pena ser feliz

lunes, 18 de enero de 2016

Por el hospital

Tengo esto un poco abandonadín, pero mi vida no ha dado para más. Desde que comencé las prácticas el 11 de enero mi vida ha sido un caos lleno de madrugones, siestas, comidas tardías, estudios...
He de decir que está siendo la mejor experiencia que he podido vivir. La planta en la que me ha tocado es interesante, tan pronto tienes que poner un enema como curar una pierna amputada, o ponerle un colirio a un hombre operado de cataratas o tomar tensiones. Las enfermeras son un amor, apenas llevo 8 días pero ya han servido de mucho, el tercer día ya estaba haciendo algo más que tomas tensiones y glucemias. Mucho no puedo pedir, la mayoría son curas de heridas que con el menor despiste pueden infectarse y empeorar la salud del paciente.

Lo mejor o peor, según como se mire, son los pacientes. La mayoría son abuelines que te tratan como a una nietina más, te gastan bromas, te preguntan por el fin de semana, se preocupan por tus ojeras... Lo malo llega cuando toca darles el alta, por un lado te alegras de que por fín pueda volver a su casa con la familia después de haber pasado las navidades ingresado, pero luego piensas que no lo volverás a ver, que consigo se lleva un pedacito de ti, que te deja un vacío, un dolor... esta semana he sufrido tres importantes.
Es poco tiempo, pero a pesar de eso, no dejan de ser 7 horas diarias pendientes de ellos.
Luego te encuentras a cascarrabias a los que sublevas, o muditos a los que animas, o babosos cincuentones a los que pones al hilo.

En fin, te encuentras de todo, pero es una forma de ver lo que me espera en un futuro.

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